| 23 junio, 2020

¿Es posible hablar de desarrollo moral en la escuela?

Abstract:

En el presente documento del alumno Luis Carlos Bermúdez Quintero, se habla dell desarrollo moral de las organizaciones educativas. Más allá de las materias sobre formación en valores o de ética dentro de las escuelas, nos encontramos con que las escuelas son un reflejo de cómo la sociedad se mira moralmente. Se transmiten valores, sí, pero, también la visión de lo que se busca al formar a los individuos. Se transmiten niveles de aspiraciones sociales que aportan a la familia, al Estado y demás instituciones sociales, propuestas de ciudadanos comprometidos con su propia realidad.

Peña Gutiérrez, M. 2020. ¿Es posible hablar de desarrollo moral en la escuela? ITESO. Tlaquepaque, Jal. MX

Materia: Ética, liderazgo y manejo de conflictos en la práctica directiva.

Alumno: Luis Carlos Bermúdez Quintero                               Fecha: 17/06/2020

Propósito: Elaborar un ensayo que responda a la pregunta sobre qué es el desarrollo moral en la escuela.

 

¿Es posible hablar de desarrollo moral en la escuela?

Aun cuando la pregunta parezca extraña, la moralidad -y con ella su desarrollo- han sido realidades que a lo largo de los siglos el ser humano siempre se ha planteado. Desde la concepción aristotélica del zoom polithikos, es decir, desde la visión del hombre como animal social, ha sido necesario reflexionar sobre el desarrollo moral del mismo y de la sociedad en la que vive, pasando por diferentes escenarios desde los más básicos hasta lo más complejos, en donde podríamos ubicar las organizaciones educativas o escuelas. Esta realidad ineludible es la que otorga razón de ser al presente ensayo, en cuanto no se habla de algo inexistente sino más bien de un fenómeno actual. Intentaremos dar respuesta a la pregunta teniendo en cuenta que la escuela juega un papel social de primer orden, realidad que implica por una parte comprender las bases desde las que se desarrolla lo moral y lo propio de un desarrollo moral a nivel de la escuela, para concluir con algunas reflexiones actuales que podrían ser útiles en el debate hodierno sobre el tema en cuestión.

Sirve de inicio establecer el que para hablar de desarrollo moral no puede definirse una única forma de comprensión de esta experiencia, realidad que se justifica en la diversidad de culturas existentes y por ende la pluralidad de cosmovisiones y visiones de lo moral. Ya lo dicho pone ante nosotros el escenario en el cual y desde el cual se puede hablar de desarrollo moral, es decir, el hombre y su cultura, realidad que supera con creces una visión simplemente teórica o práctica de la moralidad, para abrirnos más bien a un ámbito que vincula la theoria y la praxis y que no puede ser otro que el cultural, y por lo cual sólo es posible hablar de desarrollo moral al interno de unas coordenadas establecidas y determinadas, abiertas indudablemente a influjos externos y corrientes de todo tipo, pero al final con raíces que hacen que dicho desarrollo sea y sirva de identidad para las personas.

Es precisamente en el contexto cultural en donde surge la educación y con ella las escuelas, entendidas como organizaciones de formación integral, desde las cuales se forja la vida del ser humano y se ofrecen los elementos más esenciales para aprehender y adquirir moralidad y participar en la evolución de la misma –que es el tema que nos interesa-. Entendida como organización la escuela asume un rol central dentro de la sociedad y por lo que no puede obviar su compromiso en el desarrollo moral de quienes hacen parte de la misma; se entiende desde este punto el por qué cada organización educativa posee una filosofía y dentro de ella una misión y una visión, en donde se condensan sustancialmente los componentes morales desde los cuales pretende diferenciarse de otros entes sociales, y gracias a los cuales su labor es exquisitamente necesaria (Posada, et.Al, 2014).

Ahora, dentro de los elementos que pueden mencionarse como propios para el desarrollo moral de la escuela, podríamos citar su esencia, su estructura organizativa y su universalidad. Cuando se habla de la esencia de la organización educativa se hace referencia a lo que le es propio, es decir, su índole formativa, que no le viene conferida por un documento, sino que hace parte de su constitución más fundamental y sin lo cual no tendría sentido al interior de la sociedad; su estructura organizativa  vincula un sinnúmero de personas e instrumentos de diversa índole, quienes se rigen por normas o estándares morales, haciendo posible un desarrollo progresivo en lo que a moralidad se refiere al interior de la organización educativa; la universalidad  se refiere al carácter inconfundible que tiene la escuela en cuanto a su razón de ser, es decir, su apertura a diferentes experiencias no sólo de orden epistemológico, sino también a las de carácter existencial, desde donde se hace posible una formación a los saberes que son necesarios, pero de la misma manera a lo que nos hace humanos, es decir, a los valores más profundos de la cultura (Andrade y Goenaga, 2020).

Se entiende desde lo dicho que el desarrollo moral de la escuela es inherente a la misma y no forzado, debido a que la organización educativa es moral por naturaleza y no por delegación o por consideración de algunos. En otras palabras, no es posible concebir la escuela sin un desarrollo moral, ni tampoco un escenario escolar en el que no se propenda a dicho desarrollo.

Ciertamente, todo lo que se ha expresado se vería incompleto si no se desarrollan algunas líneas que puedan servir para la consolidación del desarrollo moral en las organizaciones educativas, por lo que se proponen dos. La primera de ellas tiene que ver con la necesidad de considerar siempre una visión holística del desarrollo moral. Lo anterior en base a que en la experiencia cotidiana es posible evidenciar escuelas en donde se mantienen sesgos de diversa índole (psicológico, epistemológico, religioso, etc.), imposibilitando de esta manera la universalidad fundamental que es propia de la organización educativa; necesario siempre tener en cuenta que para hablar de desarrollo moral escolar debe posibilitarse la apertura al mayor número de posibilidades en los diferentes sectores que hacen parte de la misma. La segunda tiene que ver con la necesidad –imperativa posiblemente- de estructurar más allá de lo emotivo o del emotivismo contemporáneo, el desarrollo moral de una escuela. La formación en valores no puede quedarse simplemente en teorías o en vivencias esporádicas  de lo moral –como por ejemplo un festival de valores-, sino que debe ser una dinámica capaz de permear toda la institucionalidad, apuntando a descubrir lo moral en cada ambiente, escenario, actividad, comportamiento, directriz, etc., de la institución, y por lo cual debe hacerse un esfuerzo por establecerlo de manera evidente en cada componente que identifica la organización educativa (Ortega y Minguez, 2005).

En definitiva, sigue abierta la cuestión para que se continúe consolidado lo que la escuela es, sin perder de vista que ha sido pensada y diseñada como escenario en donde el desarrollo moral acompaña los otros tipos de desarrollo.

Referencias

 

Andrade,  R. y  Goenaga,  J.  (2020).  Perspectivas  contemporáneas  del  desarrollo  moral.  Tempus  Psicológico,  3(1), p.45-79. Recuperado de: http://revistasum.umanizales.edu.co/ojs/index.php/tempuspsi/article/view/3431/5961

 

Ortega, P. y Minguez, R. (2005). La educación moral, ayer y hoy. Revista galega de Ensino, 46, p. 863-865. Recuperado de: file:///C:/Users/Usuario/Downloads/Dialnet-LaEducacionMoralAyerYHoy-2558629%20(1).pdf

 

Posada, R., Duarte, L. y Terreros, L. (2014). Una apuesta l desarrollo socio-moral en la escuela. Latinoamericana de Infancias y Juventudes. Recuperado de: file:///C:/Users/Usuario/Downloads/UnaApuestaalDesarrolloSocio-moralenlaEscuela.pdf